viernes, 12 de agosto de 2011

STAR (Estrella - Do)

No soy un ejemplo de vida, aun así hay muchísima gente que desea estar en mis zapatos, me adoran, me envidian, me desean. Pero yo se la verdad, ninguno lo soportaría, lo desean porque no lo tienen. Como eso de no enamorarse para no sufrir.

No saben lo que dicen, compran lo que ven, pero ninguno se preocupa en averiguar la verdad.

- En el fondo es solo una cuestión de actitud – me dijo un flaco hace mucho tiempo. Me acuerdo patente, acababa de levantar la cabeza de una montaña de polvo, y sonrió irónico. Morocho, con muchos rulos, rosarino.

Hace años tuvimos un cruce con muchos excesos verbales. Pero en ese momento éramos dos pibes unidos por la casualidad de las noches insomnes.

Pasó mucho tiempo. No se yo, pero él es un perfecto imbécil.

- Se la cree – me dijo una morocha cortándome el orgasmo ¿o era rubia?

Poco me importa ahora. Sé que hay miles ahí afuera, ahí abajo. Ríen, lloran, gritan. Todos drogados.

- No hay que generalizar – decía mi padre. Es lo único que me quedó de él, y no por haberlo escuchado de sus labios, sino porque me lo contó mi madre mientras lloraba tirada en el piso, al lado del sofá, enchastrada en su propio vómito de Whisky.

Bien, lo acepto, quizás no estén todos drogados, aunque en verdad no me importa, yo lo estaría. ¿O debería decir yo lo estuve? No, porque por más fanatismo o admiración que tuviera por los que consideraba ídolos, nunca se me ocurriría seguirlos hasta la muerte, ni metafórica ni literalmente hablando.

- Tranquilo – Me dice el tipo mientras observa de reojo como me estremezco en convulsiones, desviando la mirada de su revista.

Tiembla todo mi cuerpo y se me ocurre que lo hace al ritmo de los eufóricos gritos que provienen del exterior.

Oigo claramente la risa sardónica del chabón que vela mi integridad, aunque sé que hace años deje de ser íntegro, moral y físicamente. La ética me chupa un huevo y lo físico solo me importa ahora y porque me duele, y si hay algo que sé de mí, es que no soporto el dolor.

Lo último que veo antes de ver mi cerebro es el cielo raso. Celeste. Y la luz que se apaga lentamente, como si hubiera un bajón de energía gradual.

Y empiezo a….¿soñar?.... con las líneas que delimitan las partes de mi cerebro. Es instintivo, me relamo mientras veo a Hannibal Lecter tomar un trozo con una cuchara, y creo que debe ser porque siempre admire a los buenos cocineros.

A lo lejos escucho el estrépito de una silla al caer, y unos brazos vigorosos que me sacuden y cachetean al ritmo de unos insultos repetitivos.

Vuelvo a la realidad, mis ojos vuelven a darse vuelta. No se como, pero puedo ver al imbécil que me sacude, y siento su pútrido aliento a mentol gritándome en la cara.

- En mi turno no te vas a morir, pelotudo –

Si tan solo oliera a alcohol, que dulce aroma.

Levanto el brazo para estamparle un sopapo en la jeta, pero no funciona, ni siquiera puedo ver mi mano en el aire.

“Si estuviera ciego tampoco vería tu cara de estúpido” Pienso.

Y los músculos se endurecen, intento gritar que los calambres me están matando.

- Pareces un chancho degollado – oigo entre risas, y noto que no grito, sino que chillo, chillo y pataleo.

Pero no, ni chillo ni pataleo, ni levanto el brazo.

- Soltame flaco – le ruego con lagrimas – me aprietan las cintas.

Ni siquiera siento el pinchazo.

No hay relojes en la habitación, pero entra luz por la ventana aunque no soy conciente de eso.

Es de día, lo sé, pero no pienso en eso. Pueden haber pasado unos minutos, o unas horas…

¿Serán meses?

Me pincha la cara. Tengo la barba crecida…..Deben haber sido unos días.

Y la mujer que se me acerca, me levanta la cabeza de la almohada, me acerca una jeringa plástica a la boca y derrama agua dentro de ella.

Siento la lengua hinchada y reseca.

- Puta – tengo ganas de gritar.

Siento como apoya su mano en mi entrepierna. Se me pone dura….

Y me despierto. Sigo atado. Quiero dormir de nuevo.

Le ruego al muchacho que me pinche. Y ni siquiera levanta la cabeza, no se mueve…

¿Estará muerto?

¿Estaré muerto?

Las horas pasan y mi mente está completamente en blanco. No se porque se me viene a la cabeza una frase que escribí para una de mis canciones:

“Eso no es la nada, eso es blanco”.

Me río de mi mismo.

Siento frío.

Humedad.

Mi remera sube y baja pegada a mi abdomen, siguiendo mis respiraciones, incansable, inconmovible, como si fuera un cazador acechando a su presa.

Estoy empapado.

- Me hubiesen sacado la ropa si me iban a bañar – Le digo al aire, porque sé que no puedo emitir sonido alguno, lo sé como sé que matar está mal, aunque no me importan ninguna de las dos cosas.

Me sorprende que el pendejo levante la cabeza.

- ¿Hablaste? – Pregunta….

Me resulta muy difícil moverme, doloroso, pero aun así logro levantar un dedo…o eso creo…

Estoy en lo cierto, porque el pibe abre los ojos desorbitado. Se me acerca y paternalmente me acaricia la frente, apartándome los pelos de la cara. Repite el trámite de la jeringa plástica y siento con placer como un poco de agua que se me antoja helada resbala por mi garganta. Intento retener la humedad en la boca. Me relamo.

Con una sonrisa repite el proceso con diligencia, dos, tres veces.

- Estabas sediento – Me dice

Una mueca le hace creer que sonrío.

- Pensaba quedarme con tu remera – me dice con una carcajada – A mi también me gustan los pistols… Pero tengo visión de futuro, no me la iba a quedar eternamente….¿Te imaginas?... en unos años van a pagar una fortuna por esta remera, “la remera con la que murió Bringstone”….—

Ni siquiera sé de qué habla.

Y en mi cabeza comienzan a surgir imágenes. Me veo volando y sonrío…Caigo sobre millones de manos gritando “Imbéciles”. Y las manos me tocan, me trasladan….La música es estridente….Y yo soy feliz.

Vuelvo a dormirme plácidamente y veo a mis amigos rodeándome, todos desquiciados, desnudos…Algunos se masturban. Juancito peina una línea sobre el vientre de una pendeja.

Me despiertan los gritos.

¿Cuánto dormí?

Una risa burlona me responde:

- Meses –

- Pinchame –

- En la radio hoy te dedicaron un tema de La Polla Records, “Soy una estrella del rock”, y el pibe dijo que él también quería morir de sobredosis..—

- Pero yo no me morí –

La misma risa burlona me responde:

- ¿No pensarás que esto es un hospital? –

FIN

HERNÁN CERONI

12/08/2011

2 comentarios:

dejalaSer* dijo...

ay...si te lo pudiera robar!
es salvajísimo, me droga, me dan ganas de... morir?
te adoro, te envidio o te deseo, pero no quiero tus botines, si... puede ser... capaz quiera tu remera

Anónimo dijo...

si yo quiero pienso que es un hospital o lo que yo quiero