miércoles, 12 de agosto de 2009

Cuidado!! Seres Peligrosos

Personas que me dan pena!
Pero que no me daria ninguna pena que fusilen!

Aquellos cuyo egoísmo es extremo, que creen estar mirando a todos desde la altura, a medida que van descendiendo hacia el abismo de la miseria humana, que creen tener razon sin razonar siquiera, que estiman en poco y nada la vida de los demas, porque no creen que valga la pena ocuparse de "seres inferiores".
Porque creen ser Dioses, y son demonios, se sabe, el mismo demonio cree ser un Dios. Que envidian y cuya incapacidad de ser felices se hace evidente cuando denostan los actos ajenos, aquellos mismos actos que a estos seres se les hace imposible concebir,
Que se regodean en el infortunio ajeno, que solo esperan el tropezon del projimo para treparse encima y pisotearlo con cara de triunfo y un "te lo dije" en los labios sonrientes.
Que no saben perder, se enfurecen y no aceptan la derrota, que se sienten humillados ante la victoria ajena.
Aquellos que en la pequeñez de su existencia no saben apreciar grandezas de otros y dan vuelta la cara con expresion de desdén mientras el odio los corroe.
Aquellos que creen que su vida va en ascenso, que insultan y se rien de los que son como él, porque claro, se creen superiores al resto!
¡¡¡Cuidado gente!!!, estos seres andan entre nosotros, mostrando su mejor sonrisa, y ocultando sus verdaderos sentimientos, sentimientos de egoismo y de envidia.
Estan tan llenos de odio, tan llenos de malos pensamientos, y los ocultan tan bien, que son peligrosos, y no tienen verguenza de llenarse la boca poniendo sus propios pecados en la vida de otros "Fulano es envidioso"
Su orgullo es mas grande que el planeta tierra y no los deja ver la realidad, y viven en su mundo de juegos perversos y que su vanidad no los deja ver, aunque lo vislumbren, su arrogancia enseguida acalla estos pensamientos y asi siguen, embarrando la vida de los demas porque creen que la suya esta muy por encima de todos.

1 comentario:

Non plus ultra dijo...

Por mas que un día el arbol de la vida se incline hacia los costales de maíz, embarrando la incompetente capacidad de amar de los desdichados, el clamor de quienes hacen de la espiga su propia religión, seguirá azotanto con vientos húmedos, la plácida concurrencia de los que elevan su voz hasta las fauces del esfuerzo, por ser en cada uno de los ciclos menstruales de la naturaleza, un tanto mejor que antaño, cuando la cosecha aun se afiliaba a la siembra de la incondicional amistad.