jueves, 17 de junio de 2010

El Resfrío Del Gallo Joaquín


PARA AGUSTÍN.

MI SOL DE TODAS LAS MAÑANAS.



Hacía más de una hora que nuestro amigo, Joaquín el gallo, estaba levantado. Su trabajo era cantar para que saliera el Sol, ya que era muy perezoso y siempre esperaba en su cama de nubes a que la voz de Joaquín lo despertara cariñosamente. Y como Joaquín era un buen gallo, todos los días se levantaba cuando todavía era de noche, sacudía sus alas y bostezaba, después, salía afuera sin hacer ruido para no despertar a las gallinas que dormían tranquilas sentadas sobre sus huevos.

Joaquín, siempre se levantaba contento, era un gallo muy alegre y muy responsable, nunca había faltado a su trabajo, y por eso el Sol seguía saliendo.

El día que Joaquín no esté, no se como me voy a despertar – le decía siempre el Sol a su amiga la Luna.

Así que a la madrugada, Joaquín el gallo, asomaba su pico afuera y al sentir la brisa fresca, sonreía feliz.

Con su trabajo, era el gallo más feliz del mundo.

Tenía un amigo, Pepe el perro, que cuando oía ruido en el gallinero, se desperezaba con fiaca, sacaba la cabeza afuera de su cucha y estiraba las patas esperando ver aparecer a Joaquín, que de un salto se trepaba a una cerca, estiraba el cogote y cacareaba fuerte para despertar a su amigo el Sol, que abría los ojos despacito y empezaba a asomarse en el horizonte, calentando toda la tierra de a poquito.

Se acercaba entonces, Pepe el perro y saludaba:

Hola Joaquín, buen día, guau guau. –

Buen día Pepe, Kikiriki – respondía Joaquín.

Todos los días eran iguales. Pepe y Joaquín eran grandes amigos.

Autor: Sebastián Carretón. Óleo sobre tela, año 2006, 73 x 97 cm

Extraído de: http://sebastiangarreton.blogspot.com/


Pero, un día, Pepe se despertó y vio que estaba oscuro y que el sol no había salido, aunque ya era muy tarde.

“El Sol se quedó dormido” pensó, “esto si que es extraño, ¿Dónde estará Joaquín?”.

Así que se levantó y fue al corral a buscar a su amigo.

Cuando llegó a la puerta, una gallina que salía corriendo chocó con él, y los dos cayeron al suelo.

¿Adonde vas tan apurada, Dori? – Preguntó Pepe el perro sacudiéndose el polvo.

Hola Pepe, perdoname – respondió Dori – Es que Joaquín está enfermo y me mandaron a buscar a Manuel, el sapo Doctor. –

¿Enfermo? – se sorprendió su amigo – ¿y que tiene? –

No lo sabemos, pero no se puede levantar y dice que le duele todo el cuerpo. – dijo la gallina Dori mientras empezaba a correr de nuevo.

Pepe, entró y encontró que el gallinero estaba hecho un lío, un poco porque estaba oscuro y otro poco porque las gallinas estaban todas en el centro del corral y cacareaban preocupadas. Se enojó mucho, cuando vio que los pollitos jugaban por ahí sin que nadie los cuidara, y encima, sin querer casi pisa a Nagu, el más chiquitín de todos.

Guau, guau – Ladró enojado – Vamos, vamos!!!, a empollar, y vos Chiqui – dijo hablándole a la gallina más vieja – te toca cuidar a los niños. –

Todas las gallinas, asustadas corrieron a sus lugares, chocándose entre ellas porque con la oscuridad que había no se veía nada.

Pepe el perro, se quedó un ratito vigilando que todo volviera a la normalidad, y después se dirigió al cuarto de su amigo.

Encontró a Joaquín acostado, y con los ojos cerrados, pensó que dormía, así que tratando de no hacer ruido se sentó a su lado a esperar que despertara, pero Joaquín el gallo, no dormía, solo descansaba, y cuando notó que alguien se movía cerca, abrió los ojos.

Kikiriki, hola Pepe – lo saludó contento – que bueno que viniste a visitarme – dijo sentándose en la cama.

Guau, guau, me enteré que estabas enfermo y quise venir a ver como estabas amigo gallo. – Respondió el perro.

Gracias amigo, ya me siento un poco mejor – dijo haciendo muecas con la nariz para evitar un estornudo.

¿Pero que te pasó? – quiso saber Pepe que era muy curioso.

Es que estoy resfriado, porque ayer cuando salí a despertar al Sol, hacía frío, y me olvidé de ponerme el pulóver de plumas, y el rocío de la madrugada hizo que me mojara todo. –

No te preocupes amigo, recién vi a Dori que corría a buscar al doctor. –

¡¡¡ AATTCCHHIIIIISSSSSSS !!! – estornudó Joaquín, y se sonó los mocos.

Yo voy a esperar afuera, así descansas. – Dijo Pepe, y salió a vigilar a las gallinas, que siempre que podían, dejaban de trabajar para cacarear entre ellas, y es porque las gallinas siempre fueron muy parlanchinas.

Al ratito, volvió la gallina Dori a la carrera, arrastrando al doctor detrás de sí, como si fuera un barrilete.

Manuel, el sapo doctor, revisó a Joaquín, le dijo que estaba resfriado y que tenía que quedarse en la cama durante dos días, tomando té, y sopa calentita para curarse.

¡Ah! – Dijo el sapo – y tenés que tomar estos remedios, así te vas a sentir mejor.–

Pero no puedo quedarme en la cama – protestó nuestro amigo el gallo – mañana, bien temprano, tengo que salir a cantar para que salga el Sol, sino nos vamos a quedar a oscuras como hoy, y eso no puede ser. –

No señor, no señor, usté se me queda en la camita como yo le digo, y nada de andar saliendo afuera. –

Yo tengo la solución – dijo una voz que venía de abajo de la cama.

El sapo Manuel se agachó a ver quien había hablado y encontró a Pepe, que había entrado despacito atrás del doctor y se había escondido ahí para escuchar todo.

¿Y vos que haces ahí? – le preguntó asombrado su amigo enfermo.

Es que quería saber que te pasaba – respondió – pero ahora eso no importa, yo sé como hacer para que el sol se despierte y vos te cures sin tener que salir afuera. –

¿Cómo? ¿Cómo? – preguntaron todas las gallinas que también habían estado espiando y que entraron empujándose a través de la puerta.

Bueno, bueno – dijo el Manuel el sapo – Esto ya se parece a un gallinero con tanto ruido. –

A ver, contáme Pepe – pidió Joaquín antes de lanzar un largo estornudo.

¡¡¡AAATTTCCCHHHHIIIIIIIISSSS!!! –

Sí me prestas tu pulóver de plumas, yo puedo salir disfrazado y cantar en tu lugar. –

¡¡Es una buena idea!! ¡bravo Pepe! – dijeron las gallinas a coro.

Pero si vos no sabés cantar – repuso Joaquín sorprendido.

No, pero tengo al mejor de los maestros – dijo Pepe guiñándole un ojo.

Mmmmm…. Sí, podemos intentarlo – se convenció Joaquín halagado.

En el acto, despidieron al doctor Manuel que tenía que ir a ver a otros enfermos.

La sola idea de enseñar a un perro a cantar como un gallo, parecía imposible de realizar, pero nuestros dos buenos amigos no se desanimaron, y pusieron manos a la obra.

A la luz de una vela, porque el sol seguía durmiendo, Joaquín, le daba un tono y Pepe lo repetía lo mejor que podía. Lo intentaron varias veces sin que hubiera mejoras, y es que Pepe, tenía una voz muy perruna y al principio le salía todo medio mezclado:

“Kikiriguaukiguauki” o “ GuakikiGuauKirikikiGuakiguau” y cosas así.

Pero a medida que la tarde iba pasando, el perro, que ponía su mejor esfuerzo, iba mejorando.

Lento pero seguro – decían las gallinas que se amontonaban afuera del cuarto y seguían atentamente los progresos musicales del nuevo perro cantor, ya que en él estaban depositadas las esperanzas de que les devolvieran la luz y el calorcito del sol.

Y así, Joaquín y Pepe, siguieron practicando y ensayando durante horas, aunque cada tanto descansaban y tomaban un tecito o una sopita calentita que Dori les preparaba.

Cuando llegó la hora de despertar al Sol, todos estaban muy ansiosos, hasta el doctor Manuel había venido a ver si resultaba.

Tenés que cantar suavecito – Le recomendó Joaquín mientras le daba su pulóver de plumas a Pepe – Sino el Sol se levanta de mal humor, y llueve.

Pepe salió y se trepo a una cerca, todas las gallinas estaban pendientes de su canto, estiró el cogote, como había visto hacer a Joaquín tantas veces, carraspeó para afinarse la garganta, y cantó

¡¡Kikirikiiiiiiiiiiii!! –

Le había salido igualito a un gallo, nadie lo podía creer, se quedaron todos con la boca abierta y los ojos muy grandes por el asombro, con las plumas y cantando así era imposible que el sol no se despertara.

Contuvieron la respiración y esperaron.

El Sol no salía y Pepe lo intentó de nuevo.

¡¡Kikirikiiiiiiiiii!! –

Estaban todos atentos y concentrados en ver si aparecía algún resplandor en el horizonte.

Pepe, entusiasmado cantó una vez más:

– ¡¡Kikirikiiiiiiiiii!! –

Y De a poquito, el sol perezoso fue abriendo los ojos y se asomó a la tierra. Y con sus rayitos luminosos empezó a darle calor al mundo, y los pajaritos empezaron a cantar de alegría. Ya no iba a haber oscuridad.

Las gallinas cacareaban de contento, y hasta Joaquín saco su cabeza afuera de la ventana para ver como su amigo Pepe era aclamado por todos como el gran salvador.

Ahora todos sabían que si Joaquín se enfermaba de nuevo, ya no iba a haber oscuridad, porque tenían en su querido amigo Pepe al nuevo gallo cantor del alba.

Esa misma mañana hicieron una gran fiesta para festejar, con tortas y alfajorcitos que Chiqui había preparado, y muchos globos con los que jugaban los pollitos, eso sí, la hicieron en la habitación de Joaquín, para que el gallo no tuviera que salir afuera y se curase pronto.

Y Colorín Colorado, este cuento de un perro cantor y un gallo resfriado, ha terminado.

FIN

HERNÁN CERONI

17/06/2010

4 comentarios:

Anónimo dijo...

inocente,me atrajo por que mi hijo de 4 se llama joaquin y seguro si se lo cuento le va a encantar!
besos

Berni dijo...

Espero que le guste!!
La verdad es que fue un suplicio escribirlo, crei que sería fácil, al ser para niños, sin muchas vueltas, sin palabras complicadas, y llendo al grano. Me equivoque. Fue el cuento mas dificil que escribi en mi vida!! una experiencia para no repetir! jaja, salvo que Agustin me lo pida!!
Gracias Verula!

dejalaSer* dijo...

Me encanta Berni! hace bastante lo lei y nunca llegué a comentarlo. Me descoloca la idea de que un señor grande y maduro (por más que te pese) escriba algo que se entienda perfectamente por un nenito...admiro mucho a quien puede hacerlo, la capacidad de hablar o escribir tan simplemente que un chiquito te entienda es una tarea dificilisima sabiendo la cantidad de porquerías que ensusian nuestras mentes de adultos; y evadirlas es un trabajo duro al que pocos se animan...y vos tenés esa capacidad (aunque casi forzada y forjada con paciencia, es válida e impecable)Me gustó mucho tu paseo por la inocencia, sobre todo si entiendo que pudiste volver a ella porque nunca la dejaste del todo y eso es fabuloso. Sos un corajudo!

Marce Lencinas dijo...

Me encanto!!!!!!!!! es hermoso!!!! quiero copia!!!